Una de mis peores experiencias con un maestro
Hoy es el día del maestro, muchos recordamos con amor y admiración algunos de los docentes que hemos conocido al lo largo de nuestra formación académica pero también les apuesto que hemos tenido malas experiencias.
La excusa de “el maestro está en mi contra” es utilizada con nuestros padres para explicar nuestro bajo rendimiento académico, pero no solamente en la educación básica, secundaria y superior hay maestros.
Tuve buenos maestros de vocalización en los dos niveles que cursé en la Universidad Autónoma de Baja California, pero una mala experiencia que jamás olvido fue la que me arruinó mi educación formal en la guitarra.
Tenía unos 15 años, habría pasado por casi 1 año y medio cuando me acerqué a dicho instrumento, encontraba reconfortante tocar la guitarra, por ello quería expresarme a mi mismo por medio de canciones ajenas y propias.
Lo poco que sabía en la guitarra era por la clase de artísticas en la escuela, lo básico, algunos acordes y riffs sencillos de Metallica, Nirvana y hasta de Marilyn Manson, que nos enseñabamos los amigos en la escuela entre clases.
Pasaba horas tocando el mismo riff, seguramente llegué a enfadar a mis vecinos cuando tuve mi primera guitarra eléctrica.
Pero antes, creo que fue por iniciativa de mi mamá, que entré a clases de guitarra al Instituto de Bellas Artes de Baja California. Iba bien animado, con mi guitarra acústica tipo country con cuerdas de bronce afinada en E.
Mi madre me alentó diciendo que los de Queen eran de conservatorio y contándome anécdotas de cuando estudió piano. Sin embargo mi entusiasmo se vio dañado por un maestro maduro que era déspota.
Cuando hay algo nuevo que aprender y no tengo nociones de ello, tardo en digerir el conocimiento, la clave es la práctica y para enseñar se necesita paciencia tanto del estudiante como del maestro.
En este caso leer por nota me era complicado, con los primeros ejercicios batallé mucho, siempre cometía algún error al no tocar la nota indicada.
Recuerdo que la clase era de 1 hora, pero no me acuerdo con exactitud cuantos días a la semana, el hecho es que el maestro se fue impacientando y mis compañeros eran inmamables.
Quise romper el hielo con uno de ellos que había llevado las partituras de álbum Ride The Lightning de Metallica y estaba sacando por nota Fade To Black antes de iniciar la clase y le dije emocionado: “¿Estás sacando Fade To Black? ¡Que bien!” y el mamón me ve de reojo como Miranda Priestly de The Devils Wears Prada, su actitud me molestó por engreído o sentirse superior.
Llevaba como una semana y ya tenía como tres ejercicios asignados, pero no lograba dominarlos, hasta que en plena clase el profesor se dio cuenta que seguía cometiendo errores y dijo en voz alta: “Todos regresen al ejercicio 1 y tóquenlo con este muchacho que no ha podido pasar de ahí”. Sentí tanto enojo por ese imbécil que gozó humillándome, alguien quien quiere aprender, era innecesaria esa postura.
Salí furioso de esa clase y no quise saber más por el baboso que tenía por maestro, mi madre pasó por mi y le dije: “Ya no quiero venir, sé lo suficiente para aprender por mi cuenta”, mi madre insiste en que le había dicho: “Ya sé todo”, pero no, me malinterpreto, aún así ella volvía a sacar ese momento con: “¿Te acuerdas cuando dijiste que ya sabías todo?”, luego me presumía con sus amigas y tías diciendo que aprendí a tocar la guitarra solo.
Aprendí poco a poco, gracias a que un tío que me enseñó a leer los acordes y tablaturas, fui comprando libros de canciones de Metallica, fotocopiaba tablaturas de Nirvana y hasta descargué acordes de Héroes del Silencio en un café internet, así fui aprendiendo. Curiosamente fui encontrando un patrón en las notas, afinación y para improvisar al tocar con algunos amigos.
Podemos decir que fui mi propio maestro con la ayuda de otros, porque hay que mencionarlo, para aprender a tocar un instrumento se requiere más práctica en casa que ir a una clase donde el maestro te da instrucciones o te pone una lección.
Recuerdo cuando una noche de viernes estaba en casa y me emocioné por sacar la intro de “hero of the day”, ya ni se diga el solo de The Unforgiven.
Luego mi padre me regaló una guitarra eléctrica, previamente había comprado mi primer amplificador, un Crate de 25 watts y fui practicando más y más, dos horas diarias le dedicaba mínimo al tocar, pobres vecinos cuando mi madre me regaló un Marshall de 80 watts.
Hasta ahora hay cosas nuevas que aprendo, tanto técnicas y mejorando la velocidad, oye, yo mismo noto la diferencia de haber estado tocando Enter Sandman al pasar a Angel Of Death o Raining Blood de Slayer.
Pero nunca olvidaré a ese maestro idiota que confundió la disciplina con humillar a quien tiene sed de aprender, así que coma caca donde quiera que este.
“fui comprando libros de canciones de Metallica…” Y no pude dejar de completar esa frase con ‘..en la casa Sanchez’..jaja que todos ibamos alli buscando los cancioneros en ese entonces.
Asi es, maestros, de todos hay. Yo aprendi a tocarla primero yendo a clases en el Seguro Social y despues en Artisticas tambien en la EST2 con un maestro que le decian el Yogi donde no saliamos de Stairway to Heaven y Unforgiven. Siempre se me hizo facil sacar melodias de oido, pero nunca hice de eso mi practica no soy mas de dedicarle timepo a la musica mas que a los videogames.
jejeje exactamente, los compraba en la Sánchez 😛