El decante acto oficialista de la 4T para contrarrestar la inconformidad social
Desde hace unas semanas, Claudia Sheinbaum, presidenta de México con A de Atolondrada, anunció que realizaría una concentración en el zócalo capitalino para festejar 7 años de “transformación”, es decir, 7 años del partido Morena en el poder, ese tipo de festejos lo hacen los gobiernos autoritarios para demostrar o aparentar aceptación.

El contexto resulta incómodo para el Estado, pues desde noviembre se han dado varias manifestaciones a raíz del asesinato a Carlos Manzo, esto hizo que distintos sectores salieran a las calles exigiendo seguridad al gobierno de Sheinbaum.
Su máximo punto fue la manifestación nacional hecha el 15 de noviembre, donde los granajeros reprimieron a manifestantes que ni siquiera eran del denominado bloque negro.
La desacreditación al hartazgo social por parte de la presimensa estaba a la orden del día en las mañaneras, dando su versión de quienes fueron presuntamente quienes promovieron la marcha llamada de la “generación Z“, afirmando que fue impulsada por empresarios y la ultra derecha internacional.
Hasta tuvo el descaro de decir que los videos de policías agrediendo y reprimiendo a manifestantes podrían ser IA, aunque no mencionó nada que de los 5 imputados por intento de homicidio en la marcha, que ya se desmotró que no son del bloque negro, incluso hasta se dice que agarraron a peatones que ni siquiera participaron en la manifestación.
Ahora, Shienbaum quiere mostrar el “músculo” del gobierno, pues fue un acarreo brutal en este evento del sábado 6 de diciembre, puesto que se captaron a personas a quienes se les entregaban las famosas tortas y frutsis.
Recordemos que Sheinbaum dijo que nada le hacían las consignas en su contra, que incluso: “más fuerte soy”, sí, tan fuerte que tuvo que hacer un evento lleno de acarreados y lambizcones para hacerse la sorda al reclamo social para endulzar sus oídos con halagos vacíos y mentiras.
En su discurso aprovecho para decir que los gobiernos conservadores de antes no querían al pueblo y que su Dios era el dinero, en otras palabras, parece que Sheinbaum sigue en campaña.
